La familia de la joven junto a agrupaciones lesbofeministas, hicieron un llamado a los medios de comunicación para visibilizar la impunidad en la que quedó el caso. Ayer, la Corte de Apelaciones de Valparaíso rechazó por dos votos contra uno la solicitud de nulidad de la sentencia que absolvió a Cristian Muñoz. Para el tribunal no fue suficiente que el imputado envolviera la cabeza de Susana con una bolsa, luego hiciera lo mismo con su cuerpo, sustrajera sus pertenencias, las eliminara y no avisara a nadie de su deceso. Fue encontrada en una bodega un mes después de su desaparición.
El 8 de febrero el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de San Felipe había absuelto a Muñoz, a pesar que fue la última persona en verla y estar con ella. Las agrupaciones lesbofeministas insisten en que durante el juicio se invisibilizó su orientación sexual, además de que era acosada por el acusado. Esta situación fue ratificada en el testimonio de Nieves Aravena, madre de la víctima.
El 28 de febrero 2017 Susana se despidió por última vez de su mamá para ir a buscar unos lentes ópticos al centro de San Felipe. Poco antes de las seis de la tarde la joven le escribió a su ex polola por WhatsApp, el mensaje decía “Tengo hambre”, a lo que Natalia le respondió, “Por favor come algo”. Susana tenía diabetes tipo uno y no podía pasar mucho tiempo sin alimentarse. En ese mismo instante se encontró, por alguna razón desconocida hasta hoy, con quien terminaría con su vida.
Junto a Cristian Muñoz subieron al segundo piso de las dependencias de la Municipalidad de San Felipe, él tenía llaves de las oficinas y libre acceso al recinto.
Según su testimonio, Susana sufrió hipoglicemia, se sintió mal y se desmayó. Él, aunque fue rescatista, asegura que no supo socorrerla. Incluso reconoció que sacó las cosas que había comprado de una bolsa de supermercado para cubrir la cabeza de Susana, luego le hizo un doble nudo. Ella no pudo respirar y Muñoz, en lugar de pedir auxilio, la asfixió. El hombre buscó otra bolsa de basura grande para meter el cuerpo, le amarró las manos, le sacó fotos y las envió a su novia. Alcanzó a limpiar y le robó las pertinencias, dejándola ahí, escondida en el segundo piso de la municipalidad. Se deshizo del celular, de la mochila y se fue del lugar.
A pesar de todos estos antecedentes, la justicia en doble instancia decidió absolverlo. Los motivos fueron confirmados por dos votos contra uno en la Corte de Apelaciones. El voto disidente indicó “En efecto, si fuere cierto que el deceso de la víctima se debió a causas naturales, ninguna explicación razonable se encuentra en el fallo para la conducta adoptada por el acusado, ya que la explicación que él mismo proporciona, a juicio del propio tribunal, “no tiene mucha lógica”.
“(…) Tampoco parece verosímil que todo lo haya hecho por temor o pánico, siendo que tuvo el temple para intentar reanimarla y comprobar su muerte utilizando un espejo que puso bajo su nariz. Sencillamente, como lo advierte el propio tribunal, no es lógico que quien presencia la muerte de una amiga, anude su cabeza con una bolsa, la cubra con otras más, se destruya de sus pertenecías y no de aviso de ello a nadie olvidándose de la cuestión dejando el cuerpo abandonado”.
Los votos de rechazo no dieron ninguna justificación al respecto, indicando únicamente que las alegaciones hechas no podían ser revisadas por ellos.
La madre del lesbicida realizó una campaña estratégica aludiendo que su hijo vivía con la condición de Trastorno de Espectro Autista (TEA), aunque los peritajes que se presentaron en el tribunal se contradicen con dicha teoría.
El caso de Susana se asemeja a otros asesinatos de mujeres lesbianas en la V Región. Uno de los crímenes más conocidos fue el de María Pía Castro, en febrero del 2008, cuando se encontró su cuerpo calcinado en un lugar abandonado de Limache. También hay que recordar el homicidio de Nicole Saavedra, un caso conocido por las criticas al Ministerio Publico y su lentitud por encontrar al culpable, Víctor Pulgar.
“Estoy estudiando el fallo para efectos de determinar si corresponde un recurso de queja. Me parece incomprensible que frente a un serie de hechos que apuntan a la culpabilidad del imputado, como ponerle una bolsa en la cabeza, no dar aviso, llevarse sus pertenencias, no hablar hasta que lo interrogó la policía o decir que se fue por miedo, aún así al Tribunal le parezca razonable que ella muriera por causas naturales”, dice Rebeca Zamora, abogada pro bono de la familia de Susana.